L'ebrietat com a do
Vaig conéixer Claudio Rodríguez quan el nostre amic Paco Salinas va portar-lo a Sagunt. Paco organitzava unes sessions poètiques setmanals, que anomenaren Divendres de poesia, a les quals convidaven poetes perquè llegiren i contactaren amb el reduït, però selecte, ambient poètic saguntí.
Sembla ser que Claudio Rodríguez va arribar sobri a la ciutat, però la història té hiats i no ho sé pas cert. El que va quedar aclarit sense cap mena de dubte és que se n'anà amb un navarro del set. I en aquest estat de borratxera perfecta, que sol ser un lamentable estar per a la majoria de nosaltres, el Sr. Rodríguez va llegir de manera commovedora els seus poemes. Entre ells, aquest que ara ve, i que em fa eriçar encara en recordar-lo, tot farfallós, mentre el recitava.
Ajeno
Largo se le hace el día a quien no ama
y él lo sabe. Y él oye ese tañido
corto y duro del cuerpo, su cascada
canción, siempre sonando a lejanía.
Cierra su puerta y queda bien cerrada;
sale y, por un momento, sus rodillas
se le van hacia el suelo. Pero el alba
con peligrosa generosidad,
le refresca y le yergue. Está muy clara
su calle, y la pasea con pie oscuro
y cojea en seguida porque anda
sólo con su fatiga. Y dice aire:
palabras muertas en su boca viva.
Prisionero por no querer, abraza
su propia soledad. Y está seguro,
más seguro que nadie porque nada
poseerá; y él bien sabe que nunca
vivirá aquí en la tierra. A quien no ama,
¿cómo podemos conocer o cómo
perdonar? Día largo y aun más larga
la noche. Mentirá al sacar la llave.
Entrará. Y nunca habitará su casa.
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